miércoles, junio 08, 2016

"The Cure" como la cura.

Hacía tanto que no escribía que ya se me olvidó usar las letras para exponer mis ideas, y bueno, no sé bien por dónde comenzar.

Hace meses sufrí uno de los episodios más caóticos de mi vida hasta ahora. La pérdida de uno de los seres que más he amado en toda mi vida. Al único que le juré amor eterno y bueno, aún después de todo, sigue vigente.

Ninguna pérdida es divertida, a menos que sea de la razón, pero qué pasa cuando esa pérdida te hace perder la razón a momentos...?

Debo confesar que no han pasado ni 5 meses y la distancia que en algún momento fue la misma que nos hacía fuertes y grandes, es la misma que poco a poco me iba consumiendo. Los recuerdos, los momentos, las canciones, lugares, fotos, imágenes conservadas en el ámbar de la memoria, detalladas, específicas, completas. Mis manos, mis ojos, mis letras, todo, absolutamente todo me recuerda a ti, dolorozamente a ti. A tus gestos, tus palabras, tu voz, tus reacciones, movimientos y esos ojos donde podía perderme la vida entera, porque contigo, un segundo, un día, un momento, me llegó a significar la vida entera. Contigo comprendí los tiempos perfectos, el tiempo, la distancia, todas esas cosas que se miden pero no se entienden porque forman parte de la sincronía de la vida. Y bueno, me dolías, por todas partes y en todos lados.

The Cure, Morrissey y Cerati, tu trinidad musical. Todo comenzó con un regalo adelantado para ir al Hollywood Bowl a LA y ver a "The Cure" en ese lugar que de por sí es ya mágico. El día llegó. Y, con más miedo que emoción, comenzó el viaje. Más que viaje de paseo fue un viaje de vida. Como tú. Mi miedo era desmoronarme en el momento de escuchar las canciones con las que hicimos nuestra historia. Terminar partida en mil pedazos que no sabría cómo juntar porque sólo tú y tus brazos eran la solución. Pero ya no estás, no estarás. Nunca.

El día transcurrió lento, tibio, entre palmeras de Los Ángeles y pláticas en spanglish. La hora llegó, tiempo de desafiar la marisma del tráfico angelino. LLegamos. Y comenzamos a subir... nunca tan alto caí... La tarde caía entre los cerros, el frío se hacía sentir y el anuncio de HOLLYWOOD estaba perdiendo su esplendor entre las sombras de la noche... y todo comenzó.

"Plainsong"... "Pictures of you"... creí que lloraría, pero no. La adrenalina todavía era dueña de mí. "Closedown". "A night like this". "Push" y todo bien. "In between days". "Last dance"... todo va bien, no pasará nada. Comencé a tener más confianza y disfrutar más... "Lullaby". ¡Sobreviví y cómo la disfruté! "Fascination street". "The end of the world"... sigo completa, o lo completa que estaba hacía meses. "Love song", prueba de fuego. ¡Superada! "Just like heaven"... flashbacks, flashbacks, recuerdos vívidos y momentos del ámbar del corazón. Me siento y llega a mí un silencio, en medio de miles de gentes, a lado de uno de mis mejores amigos, estoy en silencio, me siento sola. "2 late". Mis ojos se convierten en agua y mi alma se derrite. Lloro. Y lloro con ganas. Con muchas ganas, mucha prisa y mucha necesidad. Ese llanto atrapado desde hace meses, acumulado y pesado. Ese llanto que se llora en un funeral. Estoy quebrada. Lloro y sigo llorando. Como nunca, como se le llora a un muerto que se tiene enfrente. Mi amigo me abraza y consuela sabiendo que ese dolor no es consolable. Creo haberle llenado de mocos o lágrimas la chamarra, y no importa. Sigo llorando, desconsolada, pero... se siente bien, muy bien. Catarsis, vaciar el alma. Tener ahí las canciones vivas, así como los recuerdos, completos. Míos, tuyos, nuestros. Saberlos míos. Los viví, nadie me contó lo que sentí y vale la pena, valió totalmente la pena, el dolor, las risas, el llanto, la alegría, el amor. En ese justo momento cumplí mi promesa. Mi amor por ti, finalmente se convirtió en eterno. Las canciones siguientes son como una epifanía. "Trust". "Want". "One hundred years". "Desintegration". "It can never be the same". "A forest". El llanto dejó de fluir y viene la mejor de las calmas, la paz es declarada y me dedico a disfrutar lo que queda de "The Cure", porque sé que al finalizar el concierto será como haber cerrado tu ataúd, haber puesto un punto a la historia escrita y comenzar de nuevo, más libre y comenzar a cicatrizar. "Shake dog shake" y más canciones movidonas siguieron dejando ligeramente de lado la melancolía a punto que "Lovecats" me hizo bailar y al final, "Boys don't cry", selló mi epifanía.

Desde ese día, 22 de junio, mis días sin ti han sido tranquilos, te recuerdo de vez en vez, saltas a veces entre canciones y los recuerdos de ti a veces me sorprenden entre mi ciudad. Sin embargo ya no dueles, te he soltado. Ya no tengo miedos. Te convertiste en eterno. Te amo.

Escúchese: 2 late, The Cure, una tarde de domingo en el Hollywood bowl, con todo el sentimiento, la melancolía y ganas del mundo, como se debe escuchar a "The Cure".