miércoles, marzo 24, 2004

jojojo...happymerrychritsmas

El sol y el reloj simultáneamente marcaban el medio día. Ya empezaban a llegar los asistentes al festival que se celebraría en honor a la llegada de una de las estaciones que curiosamente inicia su ciclo el día en que una personalidad de nuestra historia nacional se dice nació. El personaje: Benito Juárez , la estación entrante: primavera.
El pasado lunes 22 de marzo los directivos de la escuela primaria 5 de febrero decidieron suspender clases para como es costumbre celebrar la llegada de la primavera. Todo estaba planeado, por lo menos los clásicos antojitos mexicanos ya se consumían. Parecía que se asistía a una fiesta de los antiguos romanos donde todos querían comer de todo. Sin embargo, con la limitante de que se tenía que aportar una cantidad específica por cada manjar ofertado.
Todo este vaivén de oferta y demanda de antojos se exhibió en la plaza principal de la escuela ubicada en la popular colonia Mariano Matamoros, cabe señalar que esta misma explanada es de usos múltiples, unas veces hace de patio cívico, otras de campo de juego donde los hijos de la patria descargan sus sobradas energías y ahora en ese día tan especial para los concurrentes no era la excepción ya que la mencionada plaza principal había ya sufrido la acostumbrada metamorfosis y ahora era una magnifica e improvisada pista de baile.
La pista de baile se encontraba protegida por un acordonamiento de un hilo de fibra natural formando así una perfecta cuadratura. A lo largo de las tiras de fibra se encontraban dispuestas las joviales y coloridas florecillas de papel de china que recordaban a los despistados que la celebración era en honor a la estación que recién acababa de llegar a esta región donde se encuentra la frontera más visitada y cruzada del mundo.
-¡Niño! No te cruces por ahí-. Irrumpió una voz chillante que se apresuraba a salir de la garganta de una desconocida que aparentaba ser maestra por su porte de mujer sabia y su autoritaria presencia. En efecto era la maestra del quinto “a” según me confío el reprendido estudiante. Y es que el acababa de cruzar el área con más resguardo. Sí, era donde se presentarían bailables de entusiastas, nerviosos y obligados aprendices. Aún no llegaba el tiempo para la ansiada demostración de coordinación danzística .
Mientras tanto el ambiente se tornada cada vez más caluroso y por ende las chamoyadas, las mangadas, las aguas frescas de arroz y de jamaica y por supuesto, los refrescos gaseosos empezaban a escasear y ganaban la batalla en la que tenían que sacrificarse para acallar la sed que atacaba a los asistentes.
Los niños aprovechaban el asueto bailando break-dance en las áreas despejadas al compás de la música electrónica que el disc jockey se apresuraba a intercalar amenizando el festín. Otros se correteaban cual ladrón huye de la justicia; como en las películas de cine extranjero, claro.
La horas transcurrían y todo apuntaba a que era hora ya de que los alumnos demostraran sus mejores galas y pasos de baile acorde a la ocasión.
La contemplación fue interrumpida por el chillar de un teléfono celular, el sonido cada vez se hacía más potente y curiosamente la bolsa trasera de mi pantalón comenzaba a vibrar, era una llamada y tenía que abandonar el lugar, se me requería de urgencia en otros lares nada emergente pero se requería mi presencia allá.
Según fuentes confiables la demostración de bailes fue un éxito. Caras felices, padres orgullosos, maestros con ganancias fue el saldo de tan concurrida celebración

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