jueves, diciembre 30, 2004

Prendida a mi botella vacía... esa que antes, siempre tuvo gusto a nada...

Comienzo a dudar de tantas cosas que antes había creido...
Mis pasiones, mis vicios... la música, la vagancia y bohemiamente recuerdo... el amor.

Música: me declaro melómana. Mi vida sin música no funciona, yo no funciono sin música. ¿De qué tipo? Mientras sea buena, la que sea, aunque mi predilecta es el Rock. Sí, sí, esa mismas letras agresivas y dulces que parten el alma y al mismo tiempo sólo son reproxes y quejidos disfrasados. Así es... tengo habitación fija en el Hotel de los Corazones Solitarios. Drogas, sexo y Rock n’ Roll! El sexo es para quienes no entendemos al amor. ¿Drogas ilegales? Naaa, no lo creo. Las consumo, sí, aunque no regularmente. ¿Drogas legales? Alcohol... me he convertido en una bebedora social más. ¿Tabaco? Sólo por temporadas cortas, y aislamientos laaargos.
Vagancia: esa eterna inquietud de no estar fija en un mismo lugar por más de 1000 años, ese andar buscando no sé qué en no sé dónde. Ese insesante delirio de búsqueda que no se calma por más que encuentro, porque cada vez me pierdo más.
Amor: creo que ya lo dije todo...

Dicen que hay algo que tener y no muxos tenemos...


No hay vicios porque no hay Voluntad que lo soporte.
Y nuevamente me declaro... Delirante... decadente... pero con una puta esperanza que llena mi vida de una Dulce Condena!

Escuxese: Estadio Azteca y Dulce Condena del Sr. Andres Calamaro.

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